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La felicidad mundial (parte 1)

Desde pequeña, siempre recuerdo que en los programas o en las caricaturas les hacían burla a las candidatas de certámenes de belleza por responder a todas las preguntas con "la paz mundial". Creo que si hubiera sido yo, mi respuesta para todo hubiera sido "la felicidad mundial". No lo tomen a la ligera. En el pasado año me di la tarea de mantener mi actividad en las redes sociales mínima porque tan pronto comenzó la pandemia, se desató una ola de inestabilidad y locura de la cual no quise participar. Era suficiente con que tuviéramos que cuidarnos físicamente para ayudar al personal médico en todo el mundo, pero nadie parecía darle hincapié al asunto de la salud mental. Lo hice por mí, porque muchos de ustedes no lo hubieran hecho por mí, dado que ni se tomaron la molestia (o más bien, la obligación) de hacerlo por ustedes mismos. Ahora, cuando nos dicen que las crías del COVID-19 parecen irse por donde llegaron, aumento mis actividades en las redes, solo para encontrarme con la desilusionante escena de la inconformidad, irritabilidad, vociferación e intolerancia de muchos de ustedes. Qué triste… Si solo se detuvieran un minuto y se vieran desde afuera lo infelices que se ven. No les miento si les digo que en algunas ocasiones me pregunto si para esto se sobrevivió la pandemia. Sin embargo, y como siempre ha sido, yo no vine para juzgarlos. Esta jamás será tarea mía. Sobreentiendo, como educadora, que a la gran mayoría de ustedes no se le enseñó a ser feliz, y que esa palabra solo funciona en un contexto: "final feliz". ¡Qué terrible! Por eso vine a darles unos consejos para que aprendan a ser felices: no los prácticos de salir a caminar 10 minutos al día u obtener una mascota. Quiero compartirles unas ideas que sean de más profundidad y que arraigan en ustedes, dejándoles la labor de hacerlas crecer. Y, si no necesitas o deseas los consejos, quizás conozcas a alguien que sí.

1. La persona más importante en tu vida eres tú Una vez, en medio de una de mis clases, les dije esto a mis estudiantes. Para mi sorpresa, se quedaron anonadados cuando me oyeron, como si nadie les hubiera dicho eso antes. Encima de eso, es una realidad con la que me encuentro constantemente cuando hablo con madres. Las madres (o sea, los que sí son madres) dejan de ser quienes son para ser de sus hijos, maridos, familias, vecinos, escuelas, trabajo, etc. Y siempre les recuerdo que la persona más importante y maravillosa que conocerán en la vida serán ellas mismas, y que si no se cuidan ni se rescatan a sí mismas, al final no tendrán nada que ofrecerles a sus seres queridos. Yo sé que es difícil cuando vivimos en una sociedad que a veces parece hacernos el camino para ser abnegadas, pero sin ti no hay camino que andar y no hay vida que vivir. Tú siempre serás la persona más importante de tu vida, antes que todos los demás. Cuando naciste, llegaste con todo lo que necesitabas para esta aventura y el crecimiento te ha servido para añadirle sabiduría a tu camino. Siempre serás mejor que ayer y mañana serás mejor que hoy, aunque no lo parezca. Antes de casarte, antes de tener hijos, el trabajo, las responsabilidades del día a día, ya eras un individuo que con su única existencia completaba el entramado de este mundo. Cuídate tú, el verdadero tú, el que siempre ha estado contigo desde que llegaste. Si no, ¿qué vas a poder ofrecerles a los demás? Aprende a no conformarte con las migajas de ti mismo para que siempre sobre de tu maravillosa persona cuando compartas con los demás. Para las personas de fe, esto cobra un sentido más trascendental porque Dios se te presenta en persona; quizás no la primera vez que te hablen de Él, pero cuando estás más dispuesto o menos distraído para reconocerlo. Siempre queremos la felicidad para aquellos a quienes amamos, ¿por qué no desear la nuestra? Pues, podemos empezar por aceptar que siempre seremos el personaje favorito de nuestra historia. Seamos felices para así mostrarles a los demás cómo serlo. Me gusta pensar que cada uno de nosotros somos una estrellita en un cielo nocturno, que aunque a veces se nuble o haya luna nueva, seguimos ahí. O que somos un libro que hace al Gran Universo una biblioteca completa. A veces no se siente así, pero esa es la clave: a veces.

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