4 de julio
de 2012
Cuán preparada estará una hoja de papel para recibir todo lo que una mujer siente, nunca se sabe. Al menos pienso que quizás esté más lista que cualquier persona, ya que el papel, como lienzo al fin, expone en arte perfecto lo que muchas veces el hombre malinterpreta.
Y porque sé que no estás listo para escuchar esto, lo escribo y trato de reflejarlo de la manera más precisa y concisa mediante letras y tildes. Extraño hablarte porque contigo se puede hablar de cualquier cosa, sea de Dios o de el diablo. Te vivo cada instante con los recuerdos que me dejaste, escogiendo los genuinos y aislando los parcializados. Siempre te recuerdo, siempre, no falla una hora del día. No sé por qué. Trato de explicármelo pero no llego a conclusiones. Es algo, pero me he convencido de que aquellas cosas más sublimes que sentimos son las que aún no tienen nombre.
Hay tanto que quisiera hacerte, decirte, revelarte. Eres una puerta abierta; y para entender esto último, tendrías que ver mi vida desde años atrás. Te lo juro que jamás pensé que volvería a enamorarme desde que aquel que me enloqueció el alma me encerró en el olvido. Las escasas relaciones que le siguieron parecían comprobarme eso: que enamorarme había pasado para mí. Qué bueno que me has hecho considerar otras opciones para mí.
Es mucho lo que tengo guardado para ti. Pero no estás listo y no sé cómo hacerme entenderlo. Sí, te quiero ya. Mas trato de convencerme de que debe haber una belleza en todo esto de esperar.
Estoy sin palabras. Sólo te pienso. Y mágicamente te siento. Cada noche y cada mañana. Te anhelo, te deseo, te imagino, te quiero. Lo quiero todo y a la vez nada.
La verdad es que te quiero. Y veo tanto en ti que he pedido, he querido, he deseado, que no serías capaz de entenderlo ahora. Eres la versión mejorada de lo que me gustaba. Ahora me gustas tú. Ahora, sintiendo un momento de silencio, no sé cómo escribirlo.
¿Qué hago con lo que siento? Es todo lindo y bueno, no me hace daño y me inspira a vivir. Quiero tenerte y amarte. Yo sé que me piensas. Sé que te acuerdas de mí. No sé cómo ni cuándo, pero lo sé. ¿Qué hago con lo que siento? Es sublime y esperanzador. Me veo feliz sintiendo esto. Es un latir nuevo y diferente. Es esperanza, es futuro y alegría.
Es amor. He de decirlo: te amo. No me preguntes por qué. Yo no lo sé aún. Y te extraño y estoy loca por verte de nuevo. Tanto que decirte pero no estás listo. Mi sueño, mi alegría, qué bello eres. Eres fantástico. ¡Te amo! Eres increíble. Jamás me cansaré de besarte. Quiero abrazarte siempre. Olerte… absorberte. Conversar en silencio. Hablar mediante roces. Dormir juntos. Me encanta cómo hueles, tu voz, tus manos, tu cara… ¡Me encanta tu cara! Tus múltiples talentos, tus gustos (que realmente te separan de los demás). Me gusta que te hayas fijado en mí. Que me hayas besado y abrazado. Que me hayas dicho todo lo que me dijiste. Que me complazcas sin saberlo. Que me oyes. Que me leas. Y que me desees, porque sé que me deseas también.
Espero que sanes pronto. Te necesito saludable, feliz y ávido a la aventura y a la vida. Cómo te amo… y qué mucho te extraño. La próxima vez será mejor. Simplemente te quiero. No puedo decir más. Siente aquello que no verbalizo y entenderás lo demás.