11 de enero
de 2008
He resuelto en escribirte esta carta porque siento que es lo apropiado en este momento. No hay ella una meta fija o exacta, solo estoy siguiendo el mandato del órgano más sensible que tengo. Espero que estés muy bien, gozando de tranquilidad y bienestar junto a tu familia. Sé que estos tiempos son difíciles, por eso es importante el apoyo de los miembros de la familia de la fe entre ellos.
He aprendido mucho en este tiempo, o mejor aún, he internalizado muchas cosas en estas últimas semanas. Siento que he logrado descubrir algunos de los misterios que Dios nos pone en la naturaleza del ser humano, y gracias a Él, he recibido algo de luz en mi mente. Pensé que sería bueno compartir contigo estas cosas que he aprendido. Posiblemente puedan ayudarte, al igual que a mí.
Comprendí lo siguiente: el amor es más grande de lo que nosotros imaginamos. Yo no sabía que el amor es el origen de todos los sentimientos en esta existencia. Al decir esto, es obvio que ando incluyendo TODO lo que se siente. Es irónico, pero cuando una persona tiene sentimientos no tan bondadosos, definitivamente fue porque sintió amor en un inicio. La explicación consiste en echarle un vistazo al libre albedrío: el hombre transforma lo que siente para que beneficie sus propios intereses. Mucha gente decide sentirse diferente para justificar su actitud ante la vida. Por eso es por lo que, también, se dice que el amor lo arregla todo: con él se inicia, pasamos la vida tratando de dilatarlo o contraerlo, de transformarlo o modificarlo. Al llegar el momento de sincerarnos con nosotros mismos, hallamos que el amor siempre ha estado ahí, o sea, el amor es eterno mientras existan seres humanos que puedan reconocerlo. Lo triste es cuando las personas deciden vivir ignorándolo, morirán con remordimientos por despreciar una vida, puesto que también el amor es vida.
También entendí lo siguiente: nosotros somos responsables por nuestros sentimientos. Varios individuos andan por la vida echándoles culpas a otros individuos por su estado sentimental. Esto nuevamente es una justificación. El ser humano tiene la capacidad de responsabilizarse por lo que siente y cómo manejarlo, cómo proyectarlo hacia los demás y cómo mantenerlo o deshacerse de ello. Tú y yo sabemos que los que deciden amar sufren muchísimo, pero está en nosotros decidir cuánto más o cuánto menos sufriremos por X o Y motivo. Además, no solamente están el amor o el odio como sentimientos. Realmente el tema es mucho más complejo que eso. ¿Qué me dices de la indiferencia, el miedo, la felicidad, la alegría? El frío y el calor, aunque muchos piensen que no, también son sentimientos. Y nuevamente recae en nosotros la responsabilidad de elegir qué es lo que albergaremos en nuestros corazones: lo bueno, lo malo o lo intermedio…
Ahora, otra realidad cruda. El tiempo es eterno, pero nuestra mentalidad no. Cada día vamos cambiando de pensamiento, de opinión, de apreciación a todo lo que nos rodea. Somos seres tan poderosos que podemos cambiar de un momento para otro la dirección o el rumbo de nuestra energía vital. Podemos manipular nuestra trayectoria, pero no nuestra existencia. Por lo tanto, debe hacerse lo mejor de ello para que nunca se diga que nuestro tiempo fue uno desperdiciado e inútil. Sale a flote nuevamente nuestra responsabilidad como entes pensantes y racionales para hacer decisiones. Tenemos todo el tiempo del mundo para hacer todo lo que queramos, pero nosotros en la tierra somos solamente una oportunidad, una sola. Tiempo invertido no vuelve, jamás regresará de la misma manera. Aunque nos llegue tiempo de sobra, no se podrá emplear nunca más de la misma forma.
Esto lleva a un cuarto aspecto: las oportunidades. Un claro ejemplo de las oportunidades se observa en las plantas. Todos los días tienen la oportunidad de lucir mejor, de absorber sol y agua, de respirar. En otras ocasiones, incidentes que no pueden controlar hace que pierdan miembros de su organismo como hojas, pétalos, raíces, frutos, entre otros. Una planta que ha perdido una rama aprovecha nuevamente el tiempo y de forma fascinante regenera su rama. Debe hacerse la observación de que la rama no crecerá igual que la perdida, pero crece, se repone, ocupa el lugar de la anterior. Mejor aún, a veces hasta nacen más ramas y más hojas de la misma planta, claro está que esto se logra por el empeño de la planta. Así somos nosotros en la vida. No podemos reponer con exactitud si hemos perdido algo, pero al reconocer lo perdido y esmerarnos en trabajarlo, se puede lograr salir airoso de la pérdida. Cuando cometemos errores, también hay nuevas oportunidades para rectificarnos y demostrar nuestras verdaderas intenciones. Solamente debemos ser genuinos con nosotros mismos.
Sé que no estoy diciendo nada nuevo debajo de los cielos. Claramente estos principios son bíblicos. Pero no es lo mismo leerlo de un libro que verlo sin obstrucciones desde la mente y el alma. Al apropiarnos de enseñanzas personales, crean un gran impacto en la vida y nos transforman. Desde entonces no he vuelto a ver la vida de la misma manera.
Yo creo en el perdón, el amor, la esperanza, la fe. Cuando el apóstol Pablo escribió que de las últimas tres el amor era la más excelente, lo dijo por lo siguiente: podemos perder las esperanza en alguien y dejar de tener fe en una persona, pero esto no es suficiente como para dejar de amarla. El amor es excelente, y lo mejor es que jamás pierde la esperanza de que los seres humanos se acojan a él. La fe es ciega y el amor logra ver más de lo que ella ve. La esperanza tiende a debilitarse, pero el amor habita en la profundidad de cada corazón con el potencial de regenerar cualquier esperanza.
El amor, si no es incondicional, no es amor. Si espera algo a cambio, tampoco lo es. La forma más fácil de identificarlo es en el silencio. Este sentimiento posee algo que muchos considerarían un defecto, y es que nos habla en voz muy baja. Nos dice la verdad que nadie puede pronunciar, pero que solo tú tienes la fortaleza para oír. Diagnostica nuestros pesares y le pone nombre a cada lágrima que engendramos. Pero jamás nos deja, porque es verdadero y genuino. Si pensamos que algo era amor, pero al otro día ya no está entre nosotros, jamás lo fue.
El amor es el único que se entiende con el tiempo, nosotros no podemos entendernos con él. Desde siempre han estado de la mano, han sufrido y llorado juntos los grandes desastres de la vida, pero no cesan de existir. Así deberíamos ser, fuertes como el amor y el tiempo, dejando huellas en la eternidad universal, aunque sea en nuestro propio universo. Yo vi tu universo cuando te vi cantar, observé como te transformabas en un ser íntegro al reproducir el sonido de tus sentimientos. Tú cantas, y tu canto no se queda bajo el techo, ciertamente llega a donde debe. Al menos a mí me tocó donde debía tocarme.
Sólo espero que comprendas mi sinceridad cuando digo que deseo profundamente que estés bien. Estoy orando mucho por ti, le estoy pidiendo a Dios que te ayude, te guie, te guarde del enemigo, que maneje tus pasos y te fortalezca en esta etapa difícil de tu vida. Yo sé que no estás en lo más fácil, que tienes tus pensamientos corriendo a mil y que no sabes qué es lo próximo que ha de venir. Solo Dios sabe, y ten la confianza de que Él te ama por reconocerlo a Él, sobre todo. Detrás de ti está su ángel, así que no te sientas solo.
Otra cosa, necesitas reposar un poco. Te voy a pedir un favor, no por mí, sino por ti. Necesito que te sinceres contigo mismo. El maratón que llevas en la mente no te está dejando descansar bien. Acuéstate y háblate a ti mismo, pregunta qué es lo que quieres, qué es lo que sientes, qué es lo que debes hacer. Tu norte (tu guía) será siempre hacerlo todo por amor para que nada sea perdido. En ese silencio, el amor te dirá qué hacer. Dios no se enfada por nada hecho por amor, eso que con amor se hace se le llama arte, belleza y virtud. Tú tienes mucho arte, belleza te sobra, pero estás en conflicto con tus virtudes. Recuerda que el pasado no tiene el poder tan siquiera para intimidar tu sombra. El Señor resucitará a los muertos, pero no al pasado. Siéntete libre de una vez, hay mucho amor que te espera, y del bueno.
Acuérdate de lo siguiente, siempre. ERES BUENO, MUY BUENO. No te dejes confundir con lo que el mundo te dice. Conéctate con Dios, el Dios de hoy, del presente, el que observa la guerra en el medio oriente, el que ve a la gente morir de hambre en países tercermundistas y el que sabe el nombre de cada ser humano en el planeta, que ha vivido y que vivirá para siempre en ti. Estás rescatado por siempre, no te preocupes.
Yo creo en el perdón, por eso perdono. Yo creo en el amor, por eso amo. Yo creo en el ser humano, por él me muevo. Yo creo en ti, por eso te escribo. Asigno 1.a Juan 4:18 como pensamiento final, espero que lo busques y te guíe a lo que tanto has anhelado…